Autoridades del Ejecutivo y de la Legislatura acompañaron a los excombatientes, las fuerzas armadas y de seguridad en el recuerdo de la tragedia.
En la plaza Islas Malvinas de Ushuaia y en el monumento al buque, ubicado en la Doble Santa Fe de la ciudad norte, familiares y excombatientes de Malvinas recordaron el trágico 2 de mayo de 1982, cuando a las 16.23 el crucero fuera atacado por las fuerzas inglesas.
Desde el Parlamento, la vicegobernadora, Mónica Urquiza junto al gobernador, prof. Gustavo Melella y las legisladoras Myriam Martínez, Liliana Martínez Allende y Mónica Acosta y el legislador Federico Sciurano, participaron del acto en la capital. En tanto, en Río Grande, lo hicieron Federico Greve, María Laura Colazo y Andrea Freites.
La Presidenta de la Legislatura puso en valor a “nuestros queridos Veteranos y Veteranas y en su lucha por no olvidar, acompañándolos siempre. Lo que nunca tenemos que dejar de hacer, es rendirles homenaje”, dijo.
Urquiza pidió “recordar a quienes permanecen en esas heladas aguas y seguir con quienes volvieron, con a sus familias y a quienes estarán por siempre en nuestros corazones por su valentía. Como todos los años, es el espíritu de este encuentro, es más que un acto”, aseguró Urquiza.
Reseña
El 16 de abril de 1982, el ARA General Belgrano zarpó desde Puerto Belgrano hacia el este de la zona de conflicto. Los testimonios y relatos describen ese momento como de una incertidumbre completa, de una esperanza simbolizada en la promesa de volver y de una movilización por defender la patria.
El buque debía mantenerse fuera del área de exclusión impuesta por los británicos, vigilando las intenciones de las fuerzas enemigas. Luego de recalar en Ushuaia, se reunió con dos destructores, el ARA “Piedrabuena” y ARA “Bouchard”.
A las 16, a una distancia de 87 millas, navegando al rumbo 290º, a una velocidad de 10 nudos, en ese momento, el General Belgrano fue atacado por el submarino nuclear HMS “Conqueror”, al mando del entonces Comandante Christopher L. Wreford-Brown.
El primer torpedo Mark 8, impactó en la sala de máquinas, disparado a una distancia de tan sólo 5 km. El segundo, fue en la proa, destruyéndola casi por completo. No había opción y la tripulación escuchó a las 16:23 horas la orden de abandonar el buque.
Media hora después, el Belgrano se hundió en las gélidas aguas australes, dejando a la deriva balsas con hombres que enfrentaron durante casi dos días oleaje calificado como Mar 4; visibilidad 500 yardas y viento del noroeste a 30 km/h.
Fue una gran proeza encontrar las balsas en las condiciones climatológicas reinantes, lo cual no hubiera sido posible sin la acción de un Neptune de la aviación Naval que las divisó y de la determinación de los tripulantes a bordo del ARA “Gurruchaga”, del ARA “Bouchard”, del ARA “Piedrabuena” y del ARA «Bahía Paraíso» como buque hospital, que fueron quienes los rescataron. Ningún marino deja a otro marino en el mar.
